domingo, 4 de noviembre de 2012

Cuentos de los mitos de Cthulhu:1. Los orígenes (II)

Título original: Tales of the Cthulhu Mythos
Traductor: Francisco Torres Oliver
1ª edición: Mayo 2007
Colección El Club Diógenes nº 249
Arkham House Publishers, Inc, 1990
Valdemar, 2007
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El retorno del brujo (The Return of the Sorcerer) de Clark Ashton Smith (1931).

Este cuento se considera la primera historia escrita por un autor distinto a Lovecraft en incorporar elementos de la cosmología de Cthulhu. En este caso se trata del Necronomicón, famoso libro omnipresente en la obra de H.P., escrito por el árabe loco Abdul Alhazred.
La historia está contada en primera persona por el protagonista, el señor Ogden (nunca llegamos a saber el nombre), que es contratado por John Carnby, un solitario estudioso, para que le ayude en la traducción al inglés del Necronomicón, que es un grimorio famosísimo entre los estudiosos de la magia oscura y del que es casi imposible encontrar un ejemplar. 
A pesar de la inquietud que le produce tanto el ambiente de aquella gran casa aislada como la actitud del señor Carnby (que parece estar asustado de algo), la necesidad económica fuerza a Ogden a seguir adelante.

Ubbo-Sathla (Ubbo-Sathla) de Clark Ashton Smith (1933).

Paul Tregardis encuentra un misterioso cristal que llama extrañamente su atención en una tienda de curiosidades. Tregardis, estudioso de lo oculto, cree reconocerlo de referencias encontradas en el terrible Libro de Eibon sobre un cristal perteneciente al brujo Zon Mezzamalech con el que podía contemplar visiones del pasado, así que lo compra y se lo lleva a casa para estudiarlo.
Clark Ashton Smith es otro autor perteneciente al llamado Círculo de Lovecraft, dos de sus aportaciones al universo de Cthulhu se recogen en este último cuento: la entidad sobrenatural Ubbo-Sathla y el Libro de Eibon, escrito por un brujo prehumano de Hiperbórea.

Os dejo con esta canción llamada Ubbo-Sathla del grupo finés Aarni, una de cuyas influencias reconocidas es el universo Lovecraftiano. No es mi tipo de música, pero para gustos, colores. Yo me quedo con Metallica.



La piedra negra (The Black Stone) de Robert E. Howard (1931).

Robert E. Howard es otro de mis escritores favoritos. Perteneciente al Círculo Lovecraft, es conocido sobre todo, por su famoso personaje Conan el Bárbaro, aunque también tiene otros personajes muy conocidos, como Solomon Kane (del cual también se hizo una película hace unos años), Red Sonja o el rey Kull. Junto con Ashton Smith es considerado el padre de la fantasía heróica actual (llena de prostitutas, ladrones y alcohol, a diferencia de la de escritores como Tolkien), que no es decir poco.
Tan racista como su amigo Lovecraft (o más) advierto que algunos de sus relatos pueden herir sensibilidades si te afectan los comentarios despectivos hacia otras razas. Yo, personalmente, miro las fotos de estos prendas (sobre todo Lovecraft que era bastante feucho, el pobre) que, además, mentalmente estaban bastante desequilibrados (Howard acabó suicidándose con 30 años), y así no me siento ofendida por sus palabras.
En este cuento el narrador (cuyo nombre no se menciona) encuentra un libro maldito (gran clásico en todo lo relacionado con Lovecraft) llamado Cultos Innominados del alemán Von Junzt (por supuesto, autor maldito que murió en extrañas circunstancias y cuya obra fue censurada y destruida en muchos casos). Como digo el narrador tiene la enorme "suerte" de dar con uno de los poquísimos ejemplares íntegros de la obra del alemán. Allí descubre la existencia de la Piedra Negra (un enorme monolito cubierto de inscripciones) mencionada en el libro como una de las llaves. Ni corto ni perezoso, el protagonista investiga hasta descubrir otras referencias a la misteriosa piedra y su localización. Finalmente, viaja hasta el pueblo vecino, Streigoicavar, para verla con sus propios ojos y descubrir sus secretos. A pesar de las historias que le cuentan los habitantes del pueblo acerca de extraños sucesos ocurridos cerca del monolito especialmente el 24 de junio, allá que se va él, justamente en esas fechas, a ver lo que se cuece. Ya no voy a contar más sobre el relato (que no es uno de mis favoritos) aunque me hizo gracia otro de los clásicos de Lovecraft, esa última frase apocalíptica del relato en cursiva.

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